Dolor de estómago por ansiedad: no dejes que los nervios te coman

¿Puede el estrés provocar molestias estomacales?

Laura Sánchez, Filóloga
Revisado por Laura Palomares, Psicóloga
En este artículo
  1. Lo que la ansiedad y el estrés le hacen a tu estómago
  2. La ansiedad y la necesidad (o no) de comer
  3. Cómo evitar el dolor de estómago por ansiedad
  4. Qué puedes hacer por tu estómago cuando tienes ansiedad o estrés

Uno de los primeros afectados cuando tienes un trastorno de ansiedad es el estómago. Es el primero y a veces el que más sufre los tormentos de nuestra nueva compañera en la vida. Pero ya te lo esperabas, ¿verdad? Seguro que recuerdas los nervios de ese examen importante que se instalaron en tu estómago hace ya mucho tiempo. Y la ansiedad no es que sea sin más un estado de nervios, sino un nerviosismo elevado a la máxima potencia. Te explicamos por qué tienes dolor de estómago por ansiedad y cómo solucionarlo.

Lo que la ansiedad y el estrés le hacen a tu estómago

Seguro que has dicho más de una vez que tienes nervios en el estómago, que tienes un nudo o en el estómago o que se te ha cerrado el estómago por la ansiedad. Los problemas de ansiedad se reflejan casi al instante en el aparato digestivo, tal vez por aquello que dicen de que el estómago es nuestro segundo cerebro. Y es que la sensación de malestar en el estómago y la ansiedad están relacionadas con el nervio vago, un nervio sensorio motriz que parte del tallo cerebral e irradia a los órganos vitales, incluido el estómago, para regular funciones involuntarias. Este nervio está íntimamente ligado con las emociones.

Y así ya nuestros dos cerebros están atacados por la ansiedad. Pero, ¿cómo se notan la ansiedad y el estrés en el estómago? De muchas maneras:

+ La ansiedad provoca dolor de estómago. Puede ser un dolor punzante o continuado, puede localizarse en un punto concreto, en la boca del estómago o ese famoso dolor abdominal que a veces te lleva a pensar que tienes algo grave; algo más grave que la ansiedad.

+ De los pinchazos en el estómago puedes pasar a las náuseas, a las ganas de vomitar que a veces se materializa y otras veces no. Este malestar ocurre sobre todo si tu grado de angustia se dispara.

+ La ansiedad hace que tus digestiones sean más pesadas, de ahí que puedas tener también acidez o ardor de estómago.

+ La ansiedad es tan compleja que puede provocar síntomas contrarios, de ahí su dificultad para combatirla. Por eso, algunas personas se encuentran con que uno de sus síntomas de ansiedad es el estreñimiento mientras que otras sufren diarrea.

Como ves, la cantidad de problemas estomacales que pueden aparecer por ansiedad hacen que muchas veces el diagnóstico tarde más tiempo del esperado. Cuando acudes al médico por un dolor de estómago, lo último en lo que piensa es que sea producto de somatizar la ansiedad. Y lo cierto es que en la mayoría de los casos ahí se encuentra el origen.

El origen de tus problemas estomacales puede ser ese estado de alerta en el que llevas un tiempo sumida sin que te hayas dado ni cuenta. No hay nada en tu horizonte vital que te esté poniendo nerviosa, es simplemente que tu vida se está convirtiendo poco a poco en un campo de minas donde cualquier paso que das lo percibes como peligroso. Y el estómago suele ser el primero que te avisa de que la ansiedad y el estrés se están comiendo tu vida.

La ansiedad y la necesidad (o no) de comer

Pero hay más problemas que van directamente al estómago cuando sufres un trastorno de ansiedad. ¿Comes mucho o no puedes ni comer? Porque pueden ocurrirte ambas cosas. Un estudio de Yanina Barattucci sobre estrés y alimentación para la Universidad FASTA de Buenos Aires (Argentina) lo confirma: "No solo existen personas con tendencia a comer compulsivamente, que canalizan su ansiedad y estrés hacia la comida, sino que también, por otro lado, existen individuos que cuando están estresados, ansiosos o deprimidos dejan de comer porque el alimento les provoca repugnancia, lo que puede ocasionar que puedan perder varios kilos en pocos días".

Sí, no es que unas personas tiendan a comer mucho más cuando tienen ansiedad y otras no tengan ganas de comer nada, es que dependiendo de la temporada o incluso de la hora del día, ambas cosas pueden ocurrirte a ti.

La ansiedad por comer o la inapetencia son los dos síntomas de ansiedad. Puedes asaltar el frigorífico y acabar con todo lo comestible de los armarios en una sola tarde. O tal vez, si tu ansiedad se ha convertido en angustia, tengas que quedarte en el sofá sin moverte y poder probar bocado. Y seguro que tienes hambre, pero no encuentras ningún alimento que quieras comer porque cada vez que piensas en alguno el nudo en estómago se hace más y más grande.

Puede aparecer la necesidad de comer para calmar la ansiedad, pero no es un hambre real, sino una ingesta compulsiva para tratar de bajar de esa manera la ansiedad. Esto se debe a que, durante la ingesta, el cerebro emocional o sistema límbico activa una zona conocida como el sistema de recompensa, mediante el cual se buscan gratificaciones en momentos de estrés, dolor o ansiedad con la intención de compensarlo. Es decir, se activan zonas del cerebro relacionadas con el placer que nos hacen creer que la ansiedad baja mientras comemos.

El problema viene después, cuando comprobamos que la ansiedad no ha desaparecido, y aparecen sentimientos de culpa o malestar físico que agravan la ansiedad. Aprender a diferenciar el hambre real de la necesidad de comer para bajar la ansiedad es muy importante. Y esto se puede hacer a través de ejercicios de respiración antes de ir a la nevera o distraernos llamando a un ser querido, para luego determinar si realmente tenemos hambre. Sobre todo debemos aprender a focalizar la emoción o emociones relacionadas con la ansiedad para poder gestionarla: nos ayudará aún más.

Por este motivo, los cambios de peso son habituales en las personas que sufren ansiedad. No serías la primera persona que adelgaza unos cuantos kilos a causa de la ansiedad y a la que sus conocidos le preguntan por su secreto para estar tan... bien. ¡Qué ironía! La dieta de la ansiedad, contestas. Y piensas que ojalá no tengan que pasar por ello.

Aunque también te puede ocurrir lo contrario. Porque el apetito excesivo o esa necesidad de comer cualquier cosa te puede llevar a añadir un problema más a la ansiedad: el sobrepeso. En cualquier caso, parece evidente que sea por exceso o por defecto, sufrir ansiedad suele ir acompañado del resto de problemas derivados de una mala alimentación, en especial una carencia de vitaminas y minerales.

Cómo evitar el dolor de estómago por ansiedad

Llegados a este punto nos preguntamos qué podemos hacer para que la ansiedad no nos pase esa factura por el estómago. Y la verdad es que es una cuestión complicada porque los problemas estomacales no desaparecerán hasta que no se reduzca la ansiedad. Pero que tus problemas digestivos estén provocados por tu estado anímico no quiere decir que no existan y mientras aprendes a manejar la ansiedad hay que tratarlos.

La visita al médico se hace obligada y tal vez tengas que tomar algún fármaco para aliviar el dolor de estómago y el resto de problemas gástricos. Sin embargo, es fundamental que extremes el cuidado en tu alimentación diaria. Es difícil, lo sabemos. Es difícil evitar comer en exceso para calmar la ansiedad y también es difícil llevar una alimentación saludable cuando no te entra nada en el estómago.

El esfuerzo hay que hacerlo, nadie dijo que fuera fácil salir de un trastorno de ansiedad. Y no pierdas el norte y el objetivo: tal vez tu problema más evidente se encuentre en estos momentos en el estómago, pero lo que de verdad tienes que resolver es tu problema de ansiedad. Así que vamos por partes.

Qué puedes hacer por tu estómago cuando tienes ansiedad o estrés

Para empezar, vas a tener que limitar tu ingesta de grasas, azúcares, productos con aditivos y estimulantes. Es un buen momento para pasarse a la vida sana, ¿verdad? Pero, mira, que estamos hablando de limitar, no de seguir una dieta estricta, que es lo último que necesitas cuando estás lidiando con la ansiedad.

Procura incorporar a tu alimentación diaria alimentos saludables y reducir los que ya sabes que no deberías comer. Pero si un día te apetece darte un capricho en forma de un pastel cargadito de azúcar, no te cortes, que los caprichos están permitidos cuando tienes ansiedad.

Puedes también hacer hincapié en esos alimentos que mejoran el estado de ánimo y que te proporcionan las vitaminas y minerales necesarias para no sentirte tan cansada, desganada o desilusionada. Anota los frutos secos, la piña, los huevos, los aguacates, las espinacas, la avena y el pavo, por ejemplo. Y no te olvides de las frutas, que te harán sentir mucho mejor al instante. Otra recomendación importante que ayuda mucho, ya que previene los gases además de bajar bastante la ansiedad, es comer despacio, masticando lentamente y saboreando el alimento.

Pero, insistimos, no hace falta que te pongas a dieta cuando tienes ansiedad, solamente que aumentes las precauciones. Porque lo que de verdad te hace falta para aliviar tus problemas de estómago es reducir esa ansiedad. ¿Conoces la clave? Para evitar ese dolor de estómago tu mejor aliado no es tu médico de cabecera, sino tu psicólogo. ¿Ya te has convencido de que tienes que ir al psicólogo para superar la ansiedad? Tu salud mental, pero sobre todo su salud física, te lo agradecerán.

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