Indefensión aprendida: qué es, causas y características principales

Cómo solucionar la (falsa) creencia de que no puedes cambiar tu vida

Laura Ruiz Mitjana, Psicóloga
En este artículo
  1. Indefensión aprendida: ¿qué es?
  2. Causas y características de la indefensión aprendida
  3. Origen de la indefensión aprendida y primeras investigaciones: Martin Seligman
  4. Cómo superar la indefensión aprendida

¿Alguna vez has tenido la sensación de que algo no dependía de ti, y con el tiempo, has visto como sí podías cambiar la situación? O, ¿te has instalado en la pasividad, en la impotencia, y has sido incapaz de "mover ficha", pensando que tú misma no podías cambiar tus circunstancias?

Está claro que hay cosas que escapan a nuestro control, y aprender a identificarlas nos puede beneficiar. Pero hay otras que sí dependen de nosotras; cuando sentimos que no podemos hacer nada para cambiarlas, y nos sumergimos en la pasividad, en el "no hacer nada", entonces estamos sufriendo la llamada indefensión aprendida

Este fenómeno está en la base de trastornos como la depresión (que la cronifican), o en casos de mujeres que han sufrido violencia de género, por ejemplo, que "creen" -erróneamente- que no pueden hacer nada para salir de su situación. Lo creen porque su cerebro ha integrado esa idea, a través de la experiencia (por ejemplo, intentando pedir ayuda y no obteniéndola). 

Y eso hace que se queden en la situación aversiva, sufriendo y con la sensación de que no pueden escapar de ahí. Pero, ¿por qué desarrollamos indefensión? ¿Cómo se descubrió este fenómeno? ¿Cómo podemos superarlo? ¿Qué es, cuáles son sus causas y sus características principales? Te lo contamos en Diario Femenino.

Indefensión aprendida: ¿qué es?

La indefensión aprendida es aquella condición en la que podemos encontrarnos las personas (o los animales) cuando nos inhibimos ante situaciones aversivas o dolorosas; también llegamos a ella cuando las acciones que hemos utilizado para evitar esas situaciones, han sido insuficientes o directamente no han surgido efecto. 

Cuando sufrimos esta indefensión, lo que sufrimos realmente es una gran pasividad, a la que se le suma la creencia -irracional- de que nada depende de nosotras, y de que no podemos hacer nada para cambiar nuestra situación actual.

Causas y características de la indefensión aprendida

¿Cómo llegamos a este estado? Hemos adelantado ya algunas de sus causas; generalmente, la indefensión aprendida surge cuando hemos constatado que las acciones llevadas a cabo para cambiar (normalmente, mejorar) nuestra situación, no han servido para nada. En cierto modo, nuestro cerebro integra la siguiente idea: "como lo que hago no sirve, dejo de hacer nada".

Las personas que han sido expuestas a castigos o a situaciones molestas, aversivas o dolorosas que parecen eventos arbitrarios, aleatorios o inevitables, acaban desarrollando la indefensión aprendida. Esta indefensión se traduce en una sensación de impotencia y de imposibilidad de mejorar las circunstancias actuales. 

Por otro lado, es importante saber que hay personas que viven la misma situación traumática y que algunas de ellas desarrollan indefensión, y otras no. Esto también depende de las características de cada uno, de sus recursos de afrontamiento, su personalidad, sus circunstancias, etc. 

En este sentido, Bernard Weiner, psicólogo social estadounidense, fue el primero en hablar de la influencia que ejercían la interpretación y la percepción que cada persona tiene respecto al evento en cuestión; es decir, cómo interpretamos y percibimos lo que nos ocurre influye en el posterior desarrollo (o en el no desarrollo) de la indefensión aprendida, y también en cómo la afrontamos.

Además, como decíamos en la introducción, la indefensión aprendida aparece en trastornos como la depresión, sobre todo como factor mantenedor de la misma. "Como no puedo cambiar mi situación, no hago nada para cambiarla; no invierto recursos en ello". Y en esa pasividad se instala la persona; y esa pasividad alimenta los síntomas depresivos, que se mantienen, se cronifican en el tiempo y hasta aumentan en intensidad

Origen de la indefensión aprendida y primeras investigaciones: Martin Seligman

Martin Seligman es un psicólogo y escritor estadounidense que fue el primero en conceptualizar e investigar el fenómeno de la indefensión aprendida. Lo hizo junto a Overmaier; ambos se plantearon la cuestión siguiente: ¿por qué un animal o una persona que sufre, en sus propias carnes, condiciones adversas y dolorosas, no hace nada para abandonar su situación?

Esta pregunta se la plantearon a raíz de sus descubrimientos en 1965: investigando con perros. Los investigadores diseñaron una variante del famoso experimento de Pavlov para el estudio del condicionamiento clásico (un tipo de aprendizaje). Lo que hicieron fue lo siguiente: utilizaron dos perros dentro de una jaula; les daban descargas eléctricas sin motivo aparente. Uno de los perros tenía la posibilidad de cortar la corriente a través de un golpe con el hocico, pero el otro no. 

El primer perro se mantuvo alerta y cortaba la energía, pero el segundo vivió asustado y nervioso, y acabó cayendo en depresión. La actitud de este segundo perro era de completa indefensión; cuando cambiaron las condiciones experimentales, eso es, cuando tenía la posibilidad de cortar la corriente, simplemente no lo hizo. Había desarrollado la indefensión aprendida.

Este experimento, que en realidad es cruel y que en la actualidad presentaría muchos detractores, nos permite entender el fenómeno de la indefensión aprendida. El perro, como las personas, había aprendido que "no podía hacer nada para cambiar su situación", aun y cuando sí podía hacer algo para cambiarla. Lo que había aprendido el segundo perro, en realidad, es que las descargas eléctricas se producían al azar, que eran inevitables y que, por lo tanto, no dependían de su propio comportamiento.

Más adelante, otros investigadores, Watson y Raymen, estudiaron este fenómeno ya no con perros, sino con seres humanos.

Cómo superar la indefensión aprendida

¿Cómo superar la indefensión aprendida? Lo primero que no debemos hacer, si conocemos a alguien que está manifestando este síntoma, es intentar decirle a la persona qué es lo que tiene que hacer. Así no le ayudas. Porque seguramente, esa persona ya sabe lo que tiene que hacer, pero debido a su condición, se ve incapaz de hacerlo. Tampoco debes decirle qué debe pensar, y mucho menos, qué debe sentir.

Ten en cuenta que la persona con indefensión aprendida no se siente mal porque sí, o porque quiera, sino porque su mente ha desarrollado esquemas disfuncionales que le impiden cambiar su situación (o sentir que puede cambiarla).

En estos casos, si eres tú quien sufre indefensión aprendida, lo más recomendable es que empieces a revisar tus esquemas mentales, tus patrones comportamentales, tus emociones. Identifica qué te ocurrió y traza un plan para salir de tu situación. Valora pros y contras, recursos disponibles, probabilidades de éxito… y pon a prueba pequeños experimentos conductuales. 

Prueba por "cosas" pequeñas que te ayuden a empezar a salir de esa situación que tanto malestar te genera. 

Terapia psicológica

Sin embargo, si sientes que sola no puedes, lo más recomendable es que pidas ayuda psicológica. La terapia psicológica, concretamente, la terapia cognitiva, te ayudará a: modificar pensamientos disfuncionales, realizar experimentos conductuales que te permitan adquirir constancia de que sí eres capaz de cambiar ciertas situaciones, trabajar en las distorsiones cognitivas que te impiden interpretar la realidad de forma realista, etc.

¿Todo depende de nosotras?

Está claro que, en la vida, nos encontraremos con situaciones y realidades que no dependen de nosotras, y está bien; cosas que no podemos cambiar y que, por lo tanto, debemos aceptar. 

La aceptación es clave en estos casos, y entender esto nos acerca a la felicidad y nos aleja de la ansiedad que muchas veces desarrollamos a raíz de esa incertidumbre, de esa incapacidad por entender que no todo depende de nosotras. 

 "No podemos cambiar nada hasta que nosotros lo aceptemos. La condena no libera, oprime"
-Carl Gustav Jung-

Sin embargo, la indefensión aprendida no tiene que ver con esto; este fenómeno hace alusión a aquella pasividad en las que se instala nuestro cerebro (y nuestro cuerpo) ante cosas que sí podemos cambiar. Pero recuerda, la indefensión aprendida puede trabajarse en terapia. Pide ayuda si la necesitas: ¡te la mereces!

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
  • Hogg, M.A. y Vaughan, M. (2010). Psicología social. Editorial Panamericana.
  • Pérez, M., Fernández, J.R., Fernández, C. y Amigo, I. (2010). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I y II:. Madrid: Pirámide.

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