Cómo saber si mi hijo adolescente tiene ansiedad (y qué debo hacer)

Ansiedad en adolescentes: cómo identificarla y qué hacer para ayudar a tu hijo/a

Laura Ruiz Mitjana, Psicóloga
En este artículo
  1. La adolescencia: una época de cambios que puede generar ansiedad, y sus consecuencias
  2. La ansiedad en adolescentes: cómo se manifiesta
  3. Mi hijo o hija adolescente tiene ansiedad: cómo saberlo y ayudarle
  4. La ansiedad en la adolescencia: una situación compleja que tiene solución

¿Estás preocupada por saber si tu hijo adolescente tiene ansiedad? Es normal que tengas esa preocupación si has notado algún cambio reciente en tu hijo, si le ves más preocupado de lo habitual, más tenso, irritable o nervioso… Así, es lógico que trates de averiguar qué es, y si es ansiedad u otra cosa.

Lo cierto es que la adolescencia es una etapa turbulenta y emocionante en la vida de nuestros hijos que, aunque puede ser maravillosa, también puede conllevar ansiedad y estrés, debido a todo los cambios que supone. Y una de las preocupaciones que tenemos como padres es saber cómo está nuestro hijo anímicamente, o, en este caso, si sufre ansiedad.

En Diario Femenino exploramos cómo se puede manifestar la ansiedad en la adolescencia, para poder identificarla en nuestros hijos en caso de sufrirla, y qué hacer o cómo actuar con algunas ideas nos pueden ayudar a afrontar mejor la situación y a proporcionarles el soporte que necesitan.

La adolescencia: una época de cambios que puede generar ansiedad, y sus consecuencias

La adolescencia es una etapa de transición a la vida adulta. Y, tal y como sugieren algunos estudios, es una etapa que se caracteriza por el cambio, especialmente emocional (pero también físico, hormonal y social), que puede derivar en problemas de autoestima y respuestas de ansiedad desadaptativas ante determinadas situaciones.

Otros estudios revelan algunos de los efectos de la ansiedad en la adolescencia, como un empeoramiento en el rendimiento educativo y en la convivencia. Como curiosidad, los investigadores encontraron que la ansiedad estaba relacionada con la autoestima. Concretamente, encontraron que, a mayor autoestima del adolescente, menor ansiedad (y viceversa). Por lo tanto, la autoestima actuaría como un efecto protector de la ansiedad, por lo que potenciar esta área (junto a otras) sería interesante aquí.

Sea como sea, es un hecho que la propia adolescencia ya puede suponer ansiedad, por todo lo que conlleva (o por los cambios derivados de la misma, el peso de los grupos sociales y la necesidad de encajar, de buscar la propia autonomía…), y que sus consecuencias son innegables (a nivel académico pero también, y sobre todo, a nivel emocional).

La ansiedad en adolescentes: cómo se manifiesta

Pero, ¿cómo se manifiesta la ansiedad en los adolescentes? ¿Es muy diferente de la ansiedad en adultos? Realmente no tiene por qué, y esta manifestación depende más de la propia persona (características, personalidad, estrategias de afrontamiento…) que de su edad (aunque sí hay adolescentes que manifiestan una ansiedad diferente a la de los adultos).

Así, igual que ocurre en los adultos, la ansiedad en la adolescencia puede manifestarse de diversas formas, afectando no solo la mente, sino también el cuerpo y el comportamiento. Estas son algunas de sus manifestaciones, según el tipo de síntoma, y algunos ejemplos:

+ Síntomas físicos de la ansiedad

Los síntomas físicos de la ansiedad en adolescentes pueden incluir dolores de cabeza frecuentes, problemas estomacales como náuseas o malestar abdominal, tensión muscular y cambios en el apetito o el sueño. Por ejemplo, tu hijo adolescente puede quejarse de dolores de cabeza persistentes antes de los exámenes o experimentar insomnio debido a preocupaciones constantes.

+ Síntomas cognitivos de la ansiedad

Los adolescentes ansiosos pueden experimentar una serie de pensamientos negativos y preocupaciones irracionales. Pueden tener dificultades para concentrarse en la escuela o el instituto o para tomar decisiones simples debido a la rumiación constante sobre posibles escenarios negativos. Por ejemplo, tu hijo adolescente podría obsesionarse con la posibilidad de fracasar en un examen importante, incluso después de haberse preparado adecuadamente.

+ Síntomas emocionales de la ansiedad

Por otro lado, los adolescentes con ansiedad pueden experimentar una amplia gama de emociones intensas, y a menudo contradictorias. Pueden sentirse abrumados por la tristeza, la irritabilidad o el miedo sin una razón aparente. Por ejemplo, tu hijo adolescente podría experimentar ataques de llanto inexplicables o cambios repentinos en el estado de ánimo que afectan su capacidad para funcionar en la vida diaria.

+ Síntomas conductuales de la ansiedad

Los síntomas conductuales de la ansiedad en adolescentes también pueden manifestarse de diferentes maneras, desde la evitación de situaciones temidas hasta comportamientos impulsivos o agresivos. Por ejemplo, tu hijo adolescente podría evitar socializar con sus amigos o participar en actividades extracurriculares debido al miedo al juicio de los demás. También podrían recurrir al uso de sustancias, videojuegos o redes sociales (llegando a desarrollar incluso adicciones) para aliviar temporalmente su ansiedad.

Mi hijo o hija adolescente tiene ansiedad: cómo saberlo y ayudarle

Identificar la ansiedad en tu hijo adolescente puede ser un auténtico reto, pero estar atento a los signos puede ayudarte a intervenir temprano y ofrecerle el apoyo que necesita. Si notas cambios importantes en el comportamiento de tu hijo, como los mencionados anteriormente, es importante abordar tus preocupaciones con empatía, apertura y escucha activa.

¿Cómo podemos actuar como padres? Puedes empezar por hablar con tu hijo sobre cómo se siente y qué está experimentando. Escúchalo sin juzgar y valida sus emociones, haciéndole saber que estás ahí para apoyarlo en todo momento. Y sobre todo, si crees que la ansiedad está afectando negativamente su vida diaria, considera buscar ayuda profesional.

Explícale por qué es importante buscar ayuda de un profesional que entienda lo que está pasando. A veces, los adolescentes pueden sentirse un poco nerviosos por buscar ayuda, ya sea porque les preocupa lo que pensarán los demás (les da miedo o vergüenza) o simplemente porque no están seguros de qué esperar. Pero hazle saber que pedir ayuda es algo valiente y de lo que no tiene por qué avergonzarse, que todos la hemos pedido alguna vez, y que además es algo que puede ayudarle realmente.

Por otro lado, también es importante hablar sobre cómo llevar un estilo de vida saludable puede ayudar a reducir la ansiedad. Hablemos con ellos sobre la importancia de comer bien, hacer ejercicio regularmente y probar técnicas de relajación como la meditación o simplemente respirar profundo (podéis incluso practicarlas juntos, como una actividad en familia).

Ayúdale a establecer una rutina para dormir (pueden ayudarte las pautas de higiene del sueño) y a limitar el tiempo que pasa frente a las pantallas, ya que la falta de sueño y pasar demasiado tiempo en dispositivos electrónicos pueden empeorar la ansiedad.

La ansiedad en la adolescencia: una situación compleja que tiene solución

Sabemos que la ansiedad es muy desagradable, y de hecho es cada vez más común entre la población. Pero no es una enfermedad, y se puede aprender a gestionar de forma sana (con ayuda en caso necesario), evitando demonizarla e identificando sus causas (en este caso, hablar con tu hijo puede ayudarte a descubrir esas causas). Recuerda que la ansiedad siempre tiene un mensaje, e indica que la persona necesita un cambio en su vida (se trata de descubrir cuál).

Sé paciente y amable mientras tu hijo trata de gestionar todo esto; acompáñalo como sientas, hablando abiertamente sobre su ansiedad, normalizando y validando pero a la vez, ofreciéndole un espacio seguro para que se exprese.

Y sobre todo, celebra cada pequeño avance que haga tu hijo o hija adolescente si tiene ansiedad (por ejemplo, que aprenda a controlar su respiración en momentos de tensión lo es). Finalmente, intentemos mantener abierta la comunicación en casa, para que todos os sintáis cómodos compartiendo cómo os sentís. Hablar sobre ello ayuda a normalizar.

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