Estrategias para deshacerte de los pensamientos obsesivos ahora mismo

Cuando los pensamientos rumiantes te atrapan y no te dejan vivir...

Laura Sánchez, Filóloga
Revisado por Natalia Pedrajas, Psicóloga
En este artículo
  1. Qué son los pensamientos obsesivos
  2. 10 ejercicios para librarte de los pensamientos obsesivos

Pensamos continuamente, estamos pensando todo el tiempo y la mayoría de esos pensamientos se marchan por donde han venido. Algunos los recordamos, otros pasan de largo. Algunos son útiles, otros son destructivos. Y precisamente son esos pensamientos poco útiles y que nos hacen daño los que se quedan. No solo se quedan, sino que cada segundo que pasa se hacen más y más grandes, nos envuelven, nos convencen, nos aterran, nos irritan, nos angustian. Y no se van en horas. Son los pensamientos obsesivos o rumiantes, llámalos como quieras, y son una cara más de la ansiedad. Pero habrá alguna forma de deshacerse de esos pensamientos obsesivos, ¿verdad? Tenemos algunas estrategias que puedes poner en práctica para librarte de ellos ahora mismo. ¡Vamos!

Qué son los pensamientos obsesivos

Pero qué son los pensamientos obsesivos. Los puedes conocer como pensamientos obsesivos, recurrentes, intrusivos, irracionales, compulsivos, negativos, pero todos te hacen sentir igual. Igual de mal. De pronto te asalta una idea, que puede estar relacionada con alguna característica tuya, con la salud, con el trabajo o con tus relaciones. Esa idea no se va, se queda en tu cabeza y como te da miedo, te produce angustia, más ansiedad o no encaja con lo que te gustaría, se hace más grande.

El miedo le da importancia al pensamiento obsesivo. Al cobrar importancia se queda en la cabeza, como todo lo importante. Y lo peor es que no se va, no te deja, incluso puede ir evolucionando a un pensamiento aún peor, más molesto, más aterrador, más catastrofista. Se hace tan grande que te envuelve por completo y no puedes evitar darle vueltas y más vueltas, le estás rumiando ahora y eso alimenta el pensamiento.

Es importante aprender a relacionarte con tus pensamientos de una manera diferente si quieres deshacerte de ellos. Piensa por ejemplo en una fantasía que tengas. ¿A veces te imaginas teniendo alas y volando sobre el mar? Eso también es un pensamiento, pero en este caso no te lo crees porque sabes que es una fantasía, que no es verdad y que no es posible. ¿Por qué no pruebas a hacer lo mismo con el resto de tus pensamientos?

Ten en cuenta que tenemos más de 60.000 pensamientos al día, lo que resulta bastante llamativo. Los pensamientos negativos tienen su utilidad, que son protegernos contra los peligros de la vida y analizar las amenazas, pero cuando vienen de forma espontánea en un momento donde no hay peligro ni amenazas no ayudan para nada. Igual que si aparecen de forma recurrente y no los podemos parar. Los pensamientos automáticos negativos nos advierten de amenazas, y son los pensamientos conscientes los que tienen que decidir si la amenaza es real o no. Si es real, podemos ponernos manos a la obra para analizarlo y ver de qué nos está informando.

En realidad poco importa si un pensamiento que te asalta es cierto o no, lo que importa es si te resulta útil o no. Y la verdad es que si se trata de un pensamiento obsesivo que te lleva a rumiarlo durante horas y horas y que te deja en un estado anímico lamentable, muy útil no es. Lo que hace tan grande ese pensamiento obsesivo es la importancia que le das. ¿Y si le quitas esa importancia?

10 ejercicios para librarte de los pensamientos obsesivos

Seguramente ya habrás probado a intentar olvidar ese pensamiento obsesivo que te perturba y no ha dado resultado, ¿verdad? Eso es porque forzarte a olvidar algo consigue justo el efecto contrario, que el pensamiento se haga más fuerte. Así que será mejor que te unas a tu enemigo.

Tenemos algunas estrategias para reducir la carga emocional que te produce el pensamiento obsesivo. Tal vez no te funcionen todas ellas, pero seguro que alguna sí.

1 Acéptalo

Puedes empezar por aceptar el pensamiento obsesivo. Acepta que está ahí, que lo estás pensando y trata de no juzgarlo o valorarlo. Si es un pensamiento verdadero o irreal, si tiene sentido o no, si es positivo o negativo, es solo un pensamiento, no lo valores. Y sobre todo, no te juzgues a ti misma por tenerlo.

2 No te lo creas

No tienes que creerte tu pensamiento obsesivo. Es cierto que los pensamientos surgen en tu mente sin que tú lo puedas controlar, ¿eso te produce malestar? Eso también hay que aceptarlo, pero una vez que el pensamiento llega no le alimentes dándole credibilidad. Repetimos: es solo un pensamiento.

3 Obsérvalo

Intenta observar el pensamiento desde fuera, como si fuera otra persona y no tú la que lo ha pensado. Eso te ayudará a desligarte de él, a no darle tanta importancia y a no identificarte con él. Puedes visualizar el pensamiento como si estuviera paseando por tu mente y en un momento dado se va de allí, a otro lugar, mándalo a un río para que fluya con la corriente.

4 Ríete de él

¿Te atreves a reírte de tu pensamiento? Prueba y verás cómo pierde intensidad. Si al pensarlo le pones voces chillonas, lo ridiculizas o tarareas el pensamiento poniéndole la melodía de una canción, verás cómo te lo tomas menos en serio.

5 Escríbelo

Depende de en qué situación te encuentres cuando te asalta el pensamiento, pero una buena técnica es escribirlo. Al plasmarlo en otro lugar la mente deja de ser el escenario principal del pensamiento y con la mente libre de la obsesión puedes trabajar mejor con el pensamiento. Si además lo lees en voz alta, tal vez seas más consciente de que estás ante una jugada tan maligna como maestra de tu ansiedad.

6 Limita el tiempo que dedicas a tu pensamiento

Este ejercicio es complicado, pero por intentarlo no pierdes nada. Se trata de acotar el tiempo del pensamiento obsesivo o de limitar el tiempo de rumiación. Puedes decirle a tu pensamiento que ahora no tienes tiempo para él, pero que a media tarde le dedicarás media hora. Y cumple con tu palabra. Dedica media hora a recrearte en ese pensamiento. Si consigues hacerlo, tendrás la sensación de tener un poco más de control sobre tu mente, pero te advertimos que requiere mucha práctica y que no lo vas a conseguir el primer día.

7 Ejercicio físico

¿Te funciona el ejercicio físico? Como ocurre con todas las estrategias para superar la ansiedad, no a todas las personas les funcionan las mismas cosas. Siempre recomiendan salir a caminar para olvidarte de los pensamientos obsesivos y liberar tu mente, pero hay que reconocer que no a todo el mundo le sirve. En cualquier caso puedes hacer algo de ejercicio físico, aunque no te deshagas de tu pensamiento, que nunca viene mal.

8 Cambia el pensamiento

Esos pensamientos obsesivos te están provocando un malestar que crece cada segundo. ¿Y si eliges otro pensamiento principal que te haga ilusión? Sí, estamos hablando de una fantasía, imagina cómo sería tu casa ideal y céntrate en todos los detalles o tal vez te apetezca ir ahora mismo en tu imaginación a tu destino de vacaciones soñado.

9 Mindfulness: aquí y ahora

El pensamiento obsesivo no te deja en paz porque le estás prestando demasiada atención. Teniendo en cuenta que solo es un pensamiento, ¿por qué no te enfocas en otra cosa? Damos la bienvenida al famoso Mindfulness, a centrarte en el aquí y el ahora. Se trata de percibir los sonidos de la calle, los olores, o de darte una ducha centrando tu atención en la temperatura del agua y en las sensaciones que produce el agua cayendo sobre tu cuerpo.

10 Actúa

No hay nada más eficaz contra un pensamiento obsesivo que la actividad. Pensar frente a actuar, fíjate bien. Habrá algo manual que te guste hacer, desde pintar mandalas hasta dibujar pasando por tricotar o reparar un mueble. Busca una actividad que te motive, porque la motivación es una poderosa arma contra los pensamientos obsesivos.

Cuidado, no te vayas a deshacer de todos tus pensamientos, que pensar y reflexionar también es importante. De hecho es la única forma de resolver un problema. Aquí se trata de deshacerte de la rumiación, de la obsesión que se queda en tu mente y te bloquea y te paraliza sin poder dedicarte a nada más. Pero hay un pensamiento que sí debes guardar en tu mente y no olvidar nunca: no somos lo que pensamos, somos lo que hacemos. No nos definen nuestros pensamientos, sino nuestra conducta.

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