Si te dan miedo los petardos o cohetes puedes padecer fonofobia
Causas, síntomas y tratamiento de la fonofobia o miedo a los ruidos fuertes
- Qué es la fonofobia
- Qué NO es la fonofobia
- Síntomas de la fonofobia
- Las causas de la fonofobia o miedo a ruidos fuertes
- Cómo se trata la fonofobia o ligirofobia
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El mundo de las fobias nos sorprende una vez más por la cantidad de estímulos que pueden desencadenar una crisis de ansiedad. ¿Hay algo que te produzca un miedo irracional? Más allá de los trastornos fóbicos más conocidos como la aracnofobia o la agorafobia, existen temores hacia los estímulos más diversos. Es el caso de la fonofobia o la ligirofobia que es el miedo a los sonidos. Descubre más sobre este trastorno en nuestro diccionario de fobias.
Qué es la fonofobia
La fonofobia es el miedo a los sonidos. También se llama ligirofobia y generalmente está asociada a los ruidos fuertes y repentinos como alarmas, explosiones o los clásicos petardos y cohetes que se lanzan en Navidad y otras festividades. Hablando de festividades, los fuegos artificiales que tan apreciados son por la mayoría, suponen una auténtica tortura para las personas que sufren fonofobia.
Pero los ruidos fuertes no son los únicos estímulos que desencadenan la fonofobia o ligirofobia, también se puede llegar a la crisis de ansiedad con otro tipo de sonidos más sutiles. El sonido de un grifo que gotea constantemente, por ejemplo, tener la televisión puesta como sonido de fondo y que de pronto llegue el tiempo de publicidad, o el ruido de una cucharilla en la taza removiendo el café son suficientes para que una persona con fonofobia experimente el miedo más intenso.
Llegados a este punto tenemos que preguntarnos, ¿cómo se evita el ruido? No hay manera, no se puede huir de los sonidos que nos rodean.
Qué NO es la fonofobia
Muchas veces se confunde la fonofobia con problemas auditivos y conviene aclarar la diferencia. Las fobias forman parte de los trastornos de ansiedad, por lo que este miedo a los sonidos no es ninguna enfermedad auditiva. Estamos pensando, por ejemplo, en la hiperacusia y en la misofonia.
Ambos son trastornos auditivos y es cierto que pueden provocar cierta ansiedad, pero no son fobias. Las personas que sufren hiperacusia experimentan la sensación de escuchar los sonidos más elevados de lo normal. Es una sensación tan molesta que a veces puede llegar a ser insoportable, así que también es frecuente que aparezca el miedo y la ansiedad de la anticipación.
Por su parte, la misofonia tiene un componente más psicológico que orgánico pero tampoco llega a ser una fobia. Las personas con misofonia sufren un alto grado de malestar y ansiedad ante ciertos sonidos no necesariamente fuertes pero sí repetitivos. Es el hecho de que este problema curse con ansiedad lo que hace que muchas veces se confunda con la fonofobia y también porque a veces los estímulos son los mismos. ¿No soportas el sonido de ese reloj de pared en tu salón? Seguro que no es un ruido fuerte, pero en ocasiones puede volverse insoportable.
Síntomas de la fonofobia
El rasgo más característico de cualquier fobia es la evitación. Cuando tienes miedo de algo intentas evitarlo por todos los medios. Y en el caso de la fonofobia podemos añadirle también la anticipación, es decir, esa ansiedad previa al anticiparte al sonido que está por llegar. Porque a veces el ruido te sorprende, pero otras veces lo estás esperando.
Lo estás esperando cuando suenan las doce campanadas que despiden al año viejo y reciben al año nuevo. Lo estás esperando en las fiestas de tu localidad. Pero en realidad esa ansiedad por anticipación tiene los mismos síntomas que cuando no te esperas el ruido, como cuando suena el timbre de la puerta, por ejemplo.
Los síntomas son los mismos en todas las fobias, mareos, dificultad para respirar, palpitaciones, sudoración, hormigueo en las extremidades…y ese miedo irracional que te lleva a sufrir una crisis de ansiedad o incluso un trastorno de pánico. Esos son los síntomas más habituales cuando te enfrentas al estímulo temido, en este caso el sonido.
Pero es que también la fonofobia presenta unos síntomas previos y posteriores a recibir el estímulo como son los pensamientos obsesivos, intrusivos y recurrentes. La fobia te hace estar en alerta permanente, con la preocupación constante de que en algún momento vas a escuchar algún sonido que te produzca un malestar tan insoportable que todo acabe en una crisis.
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Las causas de la fonofobia o miedo a ruidos fuertes
Tal vez te estás preguntando por el origen de este miedo a los ruidos. Generalmente, la causa se encuentra en una experiencia traumática, en el condicionamiento por una vivencia previa relacionada con algún sonido fuerte y repentino que te produjo un gran malestar. Es normal asustarte en un momento así, como cuando escuchas una explosión en la calle, pero cuando ese miedo funcional es excesivo y no se aprende a gestionarlo, es cuando hay peligro de sufrir un trastorno fóbico.
No hay forma de escapar de esta fonofobia o ligirofobia porque no hay forma de evitar en todo momento y en todo lugar la aparición de ruidos que te provoquen una crisis de ansiedad. La evitación se convierte entonces en un recurso poco útil que puede complicar tu vida hasta el extremo de llevarte al aislamiento social. No puedes mantener la emisión de ruidos bajo control y esa necesidad de control agudizará los problemas de ansiedad.
Con esto no queremos ser pesimistas, sino advertir de la importancia de buscar una solución lo antes lo posible. Y la única solución para los trastornos fóbicos es ponerse en manos de un profesional para recibir una terapia psicológica. ¿Cuál es la mejor terapia para superar una fobia?
Cómo se trata la fonofobia o ligirofobia
La mejor terapia depende de cada paciente, pero sí es cierto que la más habitual en los casos de fobias es la terapia cognitivo conductual. En esta terapia, que también es la más utilizada en los trastornos de ansiedad, te dan las herramientas que necesitas para trabajar en la superación de ese miedo irracional. Porque lo primero que hay que lograr es que consigas no escuchar, sino entender los sonidos o los ruidos fuertes desde una perspectiva diferente.
Cuando la terapia cognitivo conductual está ya un poco avanzada hay que continuar dando pasos y buscando estrategias para superar la fonofobia. Es entonces cuando recomiendan la terapia de exposición gradual, siempre de la mano de un profesional. Y sí, la terapia de exposición es precisamente lo que te estás imaginando, exponerte poco a poco al estímulo temido para comprobar los avances, para comprobar que el riesgo que creías que tenían los ruidos no es tan grande. Y así, de forma gradual, contar las victorias por cada una de las veces que te has expuesto al ruido y has salido indemne.
La terapia cognitivo conductual te ayuda a transformar tu pensamiento, tus ideas preconcebidas sobre algo, sobre los ruidos, sobre su potencial peligro, sobre ti mismo y sobre el mundo que te rodea. Y el segundo paso de la terapia es cambiar tu conducta o la forma en la que reaccionas ante las emociones que provocan tus pensamientos. Es un camino largo y difícil, como te puedes imaginar.
Pero todas las fobias se pueden superar con esfuerzo y con el tratamiento adecuado. En algunos casos no se descarta el tratamiento farmacológico y en todos los casos es recomendable la práctica habitual de ejercicios de respiración o de técnicas de relajación. Puede que un principio pienses que no tienen nada que ver con tu fobia, pero son la mejor inversión para gestionar la ansiedad.
¿Y tú? ¿Crees que padeces fonofobia? ¿Te ha sido de utilidad este artículo? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios!
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