Dermatilomanía: el peligroso TOC de rascarse hasta dañar la piel

Así es la obsesión por rascarte de forma compulsiva y sus graves consecuencias

Laura Sánchez, Filóloga
Revisado por Desirée Infante, Psicóloga
En este artículo
  1. Qué es la dermatilomanía
  2. Síntomas de la dermatilomanía
  3. El proceso de la dermatilomanía
  4. Diferencias dentro de la dermatilomanía

Ya conocemos algunos de los Trastornos Obsesivos Compulsivos más frecuentes, como el de lavarse las manos continuamente, el de repetir palabras o el trastorno de simetría, por ejemplo. Pero en este caso nos vamos a centrar en un problema importante que provoca grandes daños para la piel. Se trata de la dermatilomanía, que te lleva a rascarte de un forma compulsiva hasta dañarte la piel. Suena peligroso, ¿verdad? Lo es, por eso hay que buscar cuanto antes un tratamiento.

Qué es la dermatilomanía

La dermatilomanía es un Trastorno Obsesivo Compulsivo según el DSM-5, independiente de los trastornos de ansiedad, que se caracteriza por rascarse, pellizcarse o excoriarse la piel hasta llegar a hacer heridas. Las lesiones en la piel pueden llegar a ser muy importantes y tienen riesgo de infección. Es un Trastorno Obsesivo Compulsivo más, con las mismas causas y consecuencias, y muchas veces está acompañado de un trastorno ansioso-depresivo.

En cualquier caso, como ocurre con todos los TOC, la dermatilomanía es, en esencia, un síntoma ansioso llevado al límite, aunque también tiene ciertas semejanzas con las adicciones. También se puede considerar como autolesiones, ya que el dolor físico reemplaza el emocional. Esto se vuelve un círculo vicioso por evitar la ansiedad, y en ese acto de eliminarla de forma no adecuada reforzamos que vuelva, y cada vez de forma más frecuente y más intensa.

Síntomas de la dermatilomanía

Seguramente alguna vez has experimentado un gran placer en arrancarte esa costra que sale cuando una herida en la piel se está curando. Habrás visto que al arrancártela, vuelve a salir y no puedes evitar arrancarla otra vez aunque sabes que estás retrasando su curación completa. No te preocupes, eso no significa que sufras dermatilomanía, solo lo anotamos para que empatices con esta enfermedad tan incomprendida.

¿Y qué me dices de ese granito en la cara que te quitas sabiendo que sería mejor dejarlo estar? Las personas con dermatilomanía llevan este gesto al extremo de producirse heridas que pueden llegar a infectarse. Son las extremidades, el cuero cabelludo, el pecho y la espalda los lugares donde más se evidencian los signos de esta enfermedad.

El proceso de la dermatilomanía

El proceso comienza con una alta carga de ansiedad imposible de soportar. Cualquier situación que pueda producir ansiedad, inseguridad o nerviosismo es el momento ideal para que aparezca la obsesión. Al fin y al cabo, la dermatilomanía es un TOC. Una obsesión que puede ser por la propia ansiedad al saber que esa persona va sufrir un momento de gran tensión emocional y necesita de algún truco para calmarse.

Lo encuentra en rascarse, en pellizcarse la piel, algo que se consideran autolesiones. Y al principio lo consigue. La ansiedad se reduce y parece que ha encontrado el truco definitivo para superar la ansiedad. Obviamente no es así y cada vez encontrará más situaciones delicadas y cada vez aumentará la intensidad de su compulsión porque un leve rascado ya no le alivia. Así es como se entra en el círculo de las obsesiones y compulsiones.

Diferencias dentro de la dermatilomanía

La dermatilomanía se diferencia de otros TOC porque tiene dos variantes diferenciadas en cuanto a su función o en cuanto a la situación que origina el proceso:

+ El aspecto de TOC de la dermatilomanía está asociado al TOC de contaminación. La sensación de que la persona está contaminada la lleva a provocarse esas lesiones en la piel como también ocurre con la compulsión de lavarse continuamente. Da la sensación de que la contaminación se irá si rascas la zona intensamente.

+ La relación con la ansiedad se ve en la función ansiolítica que cumple la compulsión del rascado. Ante una situación potencialmente estresante para la persona, el rascado de la piel constituye el único alivio en el caso de que no pueda utilizar la estrategia de huida o evitación.

Consecuencias de la dermatilomanía

Las heridas en la piel son la consecuencia más evidente y directa de la dermatilomanía. Pero no nos olvidemos que se trata de una acción repetitiva que puede llegar a causar grandes daños dermatológicos. Las personas con este trastorno generalmente no paran hasta hacerse sangre y más allá, por lo que las heridas generalmente se infectan.

En los casos más graves de dermatilomanía se producen cicatrices y desfiguraciones, lo que hace aún más evidente que existe un problema. Un trastorno que es perfectamente visible desde el exterior y que hace que aparezcan las consecuencias psíquicas, esas que pueden ser al mismo tiempo causa y consecuencia de la dermatilomanía.

Causas de la dermatilomanía

Como decimos, las consecuencias de la dermatilomanía a veces son las mismas que las causas. Cuando la persona se ve con la piel llena de heridas o desfigurada se produce un sentimiento de culpa, de vergüenza y de inseguridad propios de una baja autoestima. Esto no hace sino incrementar las veces que se realiza la compulsión de rascarse y a la vez el problema de autoestima.

Por otro lado, la persona que sufre este trastorno es consciente de que algo falla, especialmente su falta de autocontrol. ¿Por qué no puede evitar lesionarse a sí misma? Y precisamente la obsesión por el control es una de las principales causas de la ansiedad, característica esencial del TOC.

Si apuntamos al origen de la dermatilomanía, algunos señalan como importante el factor genético, pero también existen factores ambientales, por aprendizaje o por situaciones con gran estrés. La mayoría de los casos se originan en un estrés psicosocial. Situaciones de estrés laboral, problemas en las relaciones sociales, familiares y amorosas o un episodio traumático son los más habituales a la hora de desencadenar este TOC.

Sumado a un trastorno de ansiedad previo, una baja tolerancia a la frustración y una necesidad de recompensa inmediata, tenemos los ingredientes principales de este trastorno que también puede ir ligado a la depresión, al abuso de alcohol o drogas y a los trastornos alimentarios.

Tratamiento de la dermatilomanía

Como puedes imaginar, la dermatilomanía es un trastorno complejo que no se puede abarcar desde un solo ámbito. Y lo mismo ocurre con su tratamiento, que tendrá que abordar las diferentes causas y consecuencias del trastorno.

Generalmente se puede acudir a la terapia cognitivo conductual para inicialmente trabajar los pensamientos negativos que llevan a las obsesiones. Al mismo tiempo habrá que ir tratando la ansiedad y la depresión con la que se combina la dermatilomanía en la mayoría de los casos. Y, por supuesto, urge un trabajo intenso para mejorar la autoestima.

El siguiente paso es transformar la conducta compulsiva, la de rascarse la piel, por medio de la técnica de inversión del hábito con la que poco a poco, la persona comprobará que rascarse o pellizcarse la piel no es la única acción que puede realizar para aliviar su ansiedad.

Sin duda se trata de un tratamiento complejo y largo que debe ser llevado a cabo por uno o varios profesionales, ya que en muchos casos la terapia psicológica debe ir acompañada de un tratamiento farmacológico. Y como siempre que hablamos de trastornos relacionados con la ansiedad, uno mismo puede promover la eficacia del tratamiento y protegerse de cara a nuevos trastornos practicando con asiduidad técnicas de relajación.

La dermatilomanía no deja de ser una cara más de la ansiedad y ya sabemos que no se trata de luchar contra la ansiedad, sino de aprender a gestionarla de la forma más saludable.

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